Tres de uno: versiones del microcuento

 A partir de la escritura del microcuento Todo bajo control, elaborar tres versiones diferentes del mismo, cambiando su género primero.

Versión romántica

Vos que todo lo que tiene que ver con el romance cliché te parece absurdo, que no creés en el amor a primera vista, la verás pasar todos los días mientras atendés en aquel bar. Tus ojos brillarán y tu corazón acelerado latirá tan fuerte que creerás que saldrá de tu pecho. No lograrás explicar que tiene ella, que te provoca aquello. No conocés siquiera su tono de voz, nunca entró a tu bar. Pero sin embargo, llama tu atención como ninguna otra logró hacerlo en no sé cuánto tiempo.

Su forma de caminar, sus ojos negros, su largo cabello al viento, su atuendo tan prolijo y correcto, el suave murmullo de su suspirar y su boca; sobre todo su boca, pintada de rojo carmesí. Todo será una escena perfecta sacada de una película de cine que disfrutarás todos los días, a la misma hora, porque será su voluntad que así sea. Ella tendrá el control.

Podrás idealizarte infinitos escenarios, a veces con más tiempo cuando se le ocurre reflejar su figura frente al vidrio que utiliza de espejo. Otras veces solo tendrás la suerte de verla si el semáforo y el reloj están de tu lado, ya que ese escenario será como esas estrellas fugaces si ella decide viajar en aquel coche, que marca esa distancia entre tu imaginación y la felicidad que te provoca verla.

Pero llegará un día en que aquellas escenas imaginarias no te completan, te dejan vacío. Entonces tomarás coraje, después de tanto pensarla, decidirás confesarle lo que te pasa y lo que sentís; pero lo que sucedió aquel día no te lo permitirá. Ella no podrá enterarse que controlaba tu vida y pensamientos, con total libertinaje.


Versión policial

Intentarás descifrar que fue lo que pasó aquel día, cumplirás paso por paso con tu trabajo, harás todo lo posible y dedicarás tu vida a querer descubrir la verdad. No la querrás negar.

Investigarás su vida y verás que es una mujer que tiene todo controlado: no tiene deudas, no tiene antecedentes penales, ni siquiera una multa de esas que a veces se hace por “delitos menores” como lo es el exceso de velocidad. A los testigos del hecho que vayas a entrevistar no podrán aportarte mucho. Pero aquel hombre del bar te dirá que la veía pasar todos los días, que ella sería incapaz. Es ahí donde te preguntarás que tipo de control ella logra ejercer sobre él y de qué forma logra hacerlo, si aseguró en su declaración que no la conocía.

Revisarás los expedientes, las declaraciones, las huellas y pistas que recolectaste aquel día; no encontrarás nada, ella lo controla todo, nada ni nadie está en su contra. Sin embargo, lo que hizo no puede quedar impune, se tiene que hacer justicia y vos estarás dispuesto a develarlo.

 

Versión extraña

Después del hecho, te encontrarás en tu celda con el hombre que se viste como monje y lleva consigo aquel libro. Lo mirarás confundida, no sabrás porque estás presa de tu libertad si no hiciste nada. Él no te dirigirá la palabra, pero te señala el título de su libro: “Si llegaste hasta acá, es por algo”, decía. Pero te darás cuenta que solo fue tu imaginación que, la frustración a no encontrar respuestas, te provocaron. Además porque abriste y cerraste tus ojos, dos, tres, cuatro veces y aquel hombre desapareció. Te encontraste sola, con tu conciencia que reiteradas veces te repetía que serías incapaz de aquello ¿o era la voz del hombre? Ya no sabrás distinguirlo.

Luego de horas, te permitirás dudar, recapitularás todos los sucesos del día, uno por uno. No encontrarás respuestas, todo lo hiciste igual que todos los días. — ¿En qué momento pudo suceder?, te preguntarás.

Aparece nuevamente el monje, a estas alturas ya no sabés si la locura se está apoderando de tu mente o si realmente él siempre estuvo. Te entregará aquel libro y te dirá que la respuesta que buscás está allí. Lo abrirás y encontrarás las pistas de ese policía que no paraba de hacerte preguntas (recordarás muy vagamente su rostro), y sí, lo recordarás todo, fuiste vos la que asesinó al desconocido del bar que te observaba todas las mañanas. 

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