Crónica individual (primer borrador)
Lo conocido y desconocido
Pienso que lo que
desconocemos es lo que más nos atrae: será por la curiosidad, la incertidumbre,
porque es algo nuevo que haremos parte de nosotros, o será que es lo muchas
veces nos lleva a explorar nuevas experiencias y nos quita de nuestra zona de
confort, ¿o simplemente será porque lo que conocemos ya no tiene esa chispa que
nos encarcela hasta que no se devela?
La respuesta a esa
última pregunta la puedo contestar muy sencillamente debido a que lo
conocido siempre tiene algo nuevo que brindarnos dado que, este puede
presentarse de diversas formas y cuando menos lo esperamos. Mi visita al Parque
de la Memoria, dio cuenta a que mi pensamiento no estaba tan lejano de mi
razonamiento. A la historia Argentina y lo sucedido en dictadura cívico-militar
en la década del 70’ y 80’, la conozco. Siento que es parte mí como ciudadana
argentina, y si no lo fuese creo que también podría atravesarme e
inevitablemente conmoverme hasta las lágrimas con tan solo escuchar testimonios
de los y las sobrevivientes de los hechos aberrantes que la componen. Sin
embargo, al Parque yo no lo conocía, así como tampoco conocía a muchas de las
personas con las que me relacioné aquel día; pero lo segundo quizás podría decirse
que era una cuestión más banal y factible ya que, entre choque de puños y codos
quedó todo dicho. El Parque por su parte, ya es otra historia.
Lo conocido de la historia me permitió que pueda comenzar con el recorrido, que las emociones me atraviesen en todos los sentidos que se puedan idealizar. A medida que mis pies se impulsaban a aquellas representaciones artísticas desconocidas de la historia conocida, más eran mis ganas de que el recorrido no acabase. Por fascinación y admiración quizás, no lo sé con exactitud. Cada una de ellas me transportó a lugares de la historia en los que nunca me había posicionado, me permitió idealizar escenarios del horror de las víctimas que jamás pude haberme imaginado. Caí en la cuenta que la historia puede ser contada de cuantiosos modos y formas, siempre y cuando se la cuente en su totalidad. Es lo que el Parque de la Memoria hace, la representa y te transporta. Te lleva a ver una perspectiva de una historia argentina bastardeada y cacheteada hasta el hartazgo; a cuestionarte si lo conocido es algo que no tiene que ser sondeado e investigado; a pensar que las formas de representaciones artísticas que muchas veces no entenderemos al instante pero allí están, siendo parte de nosotros, igual que la historia.
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