Diario de escritura: sentado en la esquina, pensando como fui tan gil...
La esquina que elegí queda ubicada a media cuadra de donde vivo y se trata nada más ni nada menos que de la escuelita del barrio. Antes de la pandemia, la entrada y la salida de los/las estudiantes hacia que sea el momento donde más gente transite por las veredas y calles de los alrededores de ella.
Hasta hace unas pocas semanas se volvieron a retomar las clases presenciales, pero en nada se asemeja a la antigua escuela que yo conocía. Es un poco lo que nos pasa a todos/as con todo, sin embargo, me da a pensar que todo puede llegar a volver a como era antes. Niños/as esperando a volar alto, corriendo de un lado para el otro haciendo tiempo para encontrarse con sus maestras y sus pares, con lo desconocido en un nuevo día y a volver a un lugar de contención si se quiere también. Ellos/as no tienen idea que estarán formando su futuro a partir de la escuela, muchas veces les agrada asistir y muchas otras no. Y esto lo digo con toda la seguridad porque lo puedo observar muy de cerca, cuando salgo a comprar por ejemplo, puedo verlo. Los ánimos en algunos casos pueden ser exacerbados de felicidad por haber tenido un buen día y por momentos también irradian desgano, cansancio o frustración porque las cosas no salieron.
En cuanto a los cambios, con el pasar de los días se ve como cada vez la escuela comienza a poblarse un poquito más y como esto me permite, imaginarme historias de los/las estudiantes que la habitan y como vuelve de a poquito a asemejarse eso que era a partir de esa esencia que los chicos/as y los/las que la conforman le dan. Sin ellos es simplemente una estructura superficial, vacía, amorfa y carente de sentido. O por lo menos así, me sale verla y describirla cuando la recorría y no escuchaba ese bullicio propio de la misma.
Comentarios
Publicar un comentario