Diario de escritura: mapeo de mi cuadra

Mi barrio y más específicamente mi cuadra, se encuentra ubicado en un espacio recóndito del Gran Buenos Aires. Está alejado de la gran ciudad y del caos que esta muchas veces implica. Los y las que lo habitamos desconocemos la llamada ‘hora pico’ que tanto caracteriza a Caba, acá es todo lo contrario, es el momento que más tranquilidad hay. Casi no se ven personas en las calles, aunque sí se puede observar algún que otro negocio o almacén que permanece abierto. El movimiento vehicular nunca es abundante, dado que la parada de los colectivos se encuentra a tres cuadras. A media cuadra tengo una avenida, pero también es muy poco transitada.
Es el típico barrio donde todos nos conocemos con todos, donde nacieron los apodos para algunos y al que muchos/as llegaron y nunca se fueron. Son cuantiosas las historias por contar si me detuviera a hacerlo. Particularmente la cuadra en la que vivo es la misma donde antes vivían mis abuelos, ellos estaban en la casa de al lado de la cual me encuentro ahora. Tengo los recuerdos más lindos de esta cuadra, desde las incontables tardes de verano con mis primos jugando en la vereda hasta las meriendas con mis abuelos. Mi mamá me cuenta siempre la historia de la única vez que nos mudamos, ella y mi papá se sentían dos extraños dentro del nuevo barrio, ajenos. Pero esto para nada tenía que ver con sus nuevos vecinos o con la nueva casa en sí sino más bien a una cuestión casi hasta inexplicable, según dicen, pero para nada cómodos estaban. Vivieron durante un año y volvieron nuevamente al mismo lugar de donde nunca debieron irse. Al barrio donde se crió mi mamá y mis tíos/as, donde abundan las historias y anécdotas, donde todos conocen algo del otro, donde cada casa es un mundo, pero uno conocido; donde nos llamamos por nuestros nombres o apodos.

Hoy en día ya no tengo la suerte de tener a mis abuelos, pero si tengo todo lo demás. Pasar por su casa me genera la misma sensación cuando pienso en el futuro, en uno en donde quizás ya no viva más en el barrio, en el cual pasé mi infancia y adolescencia. Una especie de nostalgia feliz serían los calificativos para describirlo mejor, y esto también se debe, a que desde que ellos no están, estreché un fuerte lazo con mis vecinos que viven frente a mi casa. Siempre ambos fueron como los amigos de la familia, pero desde que ni mi abuelo ni mi abuela están, pasaron a ser personas especiales dentro mi círculo afectivo, personas que mi barrio y más específicamente mi cuadra me dió.

No sé por dónde me llevará la vida en un futuro, si me iré o si me quedaré, pero de lo que si estoy segura es que mi cuadra siempre será parte de los hermosos recuerdos que me encantará tener presente.


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